Redes Sociales, Salud Mental y el Riesgo de la Sobreexposición: Una Reflexión sobre el Caso de Rorochan_1999

Carlos Ruiz Zafón escribió en una de sus obras la frase:

«No te ofendas, pero a veces una se siente más libre de hablarle a un extraño que a la gente que conoce…»

Creo, muy sinceramente, que este es un pensamiento que todos hemos tenido alguna vez. Una de las razones por las que a veces en internet hay tantas historias desoladoras y tantos usuarios que buscan, en su refugio virtual, un lugar seguro donde expresarse y desahogarse.

Esta es la historia de Rorochan_1999, la streamer que quería ser leyenda.

¡Advertencia! En esta entrada se tratarán temas relacionados con la salud mental, la muerte y el suicidio. Los sucesos narrados a continuación están basados en una historia real, por lo que la lectura de este contenido está bajo tu propia responsabilidad. Si te consideras una persona particularmente sensible a estos temas, por favor, abstente de continuar con la lectura.

Rorochan era una joven streamer japonesa de catorce años, que vivió su adolescencia en la ciudad de Ōmihachiman, en la prefectura de Shiba. Debido a las leyes de su país apenas se tiene información personal acerca de ella y lo poco que se ha llegado a conocer es directamente de sus propias publicaciones en Twitter y más adelante en 2chan (Futaba Channel).

La mayoría de sus publicaciones en línea hacían referencia a los estudios, de acuerdo con algunos rumores se sabe que Rorochan era una de las mejores estudiantes de su escuela. Además, también parecía tener una buena relación con su madre y, pese a que se desconoce a qué se dedicaban sus padres con exactitud, se sabe que Rorochan venía de una familia con recursos y que tenía una vida cómoda. Sin embargo, el hecho de tener una buena situación económica no lo es todo.

Pese a que Rorochan pudiera ser una alumna sobresaliente y que por ello gozara de cierta fama, era en realidad una chica bastante solitaria. Incluso aun teniendo algunas amistades, Rorochan no parecía sentirse realmente cómoda con sus relaciones, ya que al parecer sus intereses en ordenadores e internet, la hacían parecer rara para el resto de chicos de su edad, haciendo que Rorochan al final se sintiera desplazada.

Es en este tipo de situaciones cuando las redes sociales se abren camino. Cuando una persona comienza a sufrir cierto grado de aislamiento social, la soledad emocional acecha. Este sentimiento no se trata exclusivamente de no tener a nadie físicamente a nuestro lado, no basta con tener muchos amigos o una buena relación en pareja, sino, de sentir que pertenecemos a algo. Puedes tener la mejor de las parejas, alguien que parece escucharte, que convive contigo o que parece interesarse por ti y aún así sentirte increíblemente solo. Cuando en nuestras relaciones más cercanas, aquellas con amigos, familia o pareja, nos sentimos incomprendidos o inseguros, es inevitable que nazca ese sentimiento de soledad en nosotros.

No basta con oír al otro cuando tenemos una conversación o nos cuenta sobre sus propios intereses, en el momento en que nuestros gustos y aficiones se perciben de una manera negativa o son irrelevantes para el resto, lo más probable es que nos sintamos insatisfechos con esa relación. Entonces buscaremos llenar esas carencias con otras relaciones, de esta manera al final, es probable que terminemos construyendo un círculo social muy amplio pero pésimo en cuanto a calidad. Si el sentimiento de soledad emocional persiste en el tiempo, poco a poco, casi sin que nos demos cuenta, nos iremos sumiendo en una profunda depresión.

Para Rorochan ese sentimiento de soledad terminó guiándola hacia las redes sociales. Donde podría, de alguna manera, refugiarse y buscar consuelo. Si bien es cierto que no se trata de un caso aislado y que, a día de hoy, muchas personas encuentran un círculo seguro en línea. La superficialidad de este tipo de relaciones parasociales no constituyen un medio sano para los individuos, hasta el punto en que realmente se podrían considerar placebos, que nos aportan la suficiente validación para afrontar nuestra soledad pero, que a duras penas son herramientas útiles para combatirla.

Llegada a este punto Rorochan comenzó a hacer streams en las plataformas Niconico (Niko Niko Dōga) y F2C, siendo esta última una plataforma que ofrecía, entre otras cosas, contenido adulto. Algo extremadamente peligroso para una chica de tan solo catorce años. Las transmisiones en vivo de Rorochan eran por lo general extrañas, basadas principalmente en hablar con el chat, tocar el piano, cantar… Siempre mostrándose fuera del plano u ocultando su rostro tras una mascara o una bolsa de papel.

La popularidad de Rorochan en F2C llegó a ser lo suficientemente alta como para considerarla una streamer bastante apreciada, siendo que algunos de sus directos eran los que más cantidad de espectadores simultáneos tenían en un día. Su comunidad era bastante activa y esto le aportaba validación para sentirse vista y apreciada.

Si bien a día de hoy, somos más conscientes del peligro de la sobre exposición en redes sociales, en 2013 estos problemas no eran tan evidentes para la sociedad. La mayoría de jóvenes sobre exponían sus problemas e inestabilidad de una forma cercana a completos desconocidos en línea. Siendo así, muchos como Rorochan terminaban por cometer imprudencias.

Debido a su popularidad en las plataformas de stream, su comunidad terminó por presentarse en el resto de sus redes. De esta forma, sus seguidores terminaron conociendo acerca de los sentimientos de soledad a los que Rorochan se enfrentaba y sus anhelos de validación, algo que ella misma expresaba afirmando que quería convertirse en una leyenda.

Antes de continuar quiero hacerte una pregunta ¿hasta dónde serías capaz de llegar con tal de ser visto?

Si bien la mayoría de adultos podríamos ser capaces de describirnos sin recurrir a nuestro oficio, estudios o en definitiva, todo aquello que sabemos hacer. En realidad este ejercicio es, para muchos, bastante complicado. Durante toda nuestra vida nos vemos obligados, de alguna manera, a encajar dentro de un modelo de comportamiento correcto. En definitiva, esta necesidad de encajar dentro del molde, nos hace sentir que nuestra validez reside exclusivamente en lo que hacemos o sabemos hacer. Nos forzamos a buscar la validación externa, adaptándonos a las expectativas que los demás crean sobre nosotros.

Al final, este comportamiento nos lleva a tomar decisiones que quedan muy alejadas de nosotros mismos, y a moldear nuestra personalidad para evitar el rechazo. El término actual «people pleaser«, que tan de moda está en redes sociales, no es más que un reflejo de la necesidad de validación externa a la que nos vemos expuestos cada día. Cuanto más nos esforzamos en reparar nuestros defectos, o insuficiencias, con recursos externos, más inconscientemente nos juzgamos de no ser dignos de existir.

Descenso al abismo.

Pasado un tiempo los directos de Rorochan se volvieron cada vez más erráticos, alentada por los comentarios de sus seguidores, su comportamiento en línea se volvió temerario.

Algunas de sus transmisiones se basaban en realizar acrobacias cada vez más peligrosas; se la podía ver correr entre el tráfico o jugar en las vías del tren. En algunas ocasiones simplemente se quedaba de pie frente a la barandilla de su balcón, mirando al cielo y después al suelo.

No es nada nuevo que gracias al anonimato que nos proporciona internet, muchas personas se dedican a dar mensajes de odio, insultando, burlándose de otros, haciendo comentarios despectivos y, en definitiva, aprovechándose de lo que ellos consideran «puntos débiles» para recibir a cambio satisfacción personal o la validación del resto. En culturas como la japonesa, donde el anonimato en línea está profundamente arraigado, este tipo de comportamiento dañino tiende a ser aún más prevalente.

Dicho anonimato daba la oportunidad a los seguidores de Rorochan de realizar comentarios cada vez más crueles e incitarla con mayor frecuencia a aumentar el grado de riesgo de sus ‘juegos’. Llegado a cierto punto, sus seguidores se aprovechaban cada vez más de la inocencia y necesidad de atención de Rorochan.

Esta situación empeoró aun más cuando en uno de sus directos, Rorochan, mostró involuntariamente parte de su cuerpo, algo que la expuso de una forma inesperada ante su audiencia. Posteriormente en otro de sus directo dejaría escapar su edad, lo que no solo era problemático debido a las normas de la plataforma de F2C ya que podía ser visto como una violación de las mismas, sino que además empeoró la relación con sus seguidores.

Aunque no hay registros que confirmen la reacción de los espectadores, se dice que tras estos hechos los ataques y el acoso recibido por Rorochan se intensificaron considerablemente, haciendo que sus seguidores la incitaran a recurrir a comportamientos aún más peligrosos en sus transmisiones posteriores.

Si bien Rorochan ya contaba con un estado emocional bastante frágil para ese momento, la vulnerabilidad y la exposición a la que se enfrentaba habían aumentado con creces, lo que hizo que su salud mental se viera gravemente afectada. Siendo así, sus transmisiones comenzaron a ser cada vez más erráticas y peligrosas tanto para su integridad física como mental, exponiendo con mayor frecuencia su cuerpo y su propia seguridad a cambio de un poco de atención y validación en línea.

El gran stream final.

En la madrugada del 24 de noviembre de 2013, Rorochan comenzó una transmisión en vivo en la plataforma F2C bajo el título ‘Oscuridad’. Aunque no hay fuentes oficiales que corroboren la información sobre esta transmisión, aparentemente es de los pocos streams de los que se pudo recuperar el chat en vivo, lo que permite conocer la naturaleza de la comunidad de seguidores de Rorochan. Según la poca información disponible sobre lo ocurrido ese día, su chat se mostraba dividido: por un lado, había seguidores preocupados porque la joven estuviera transmitiendo durante la madrugada, y por otro, algunos se dedicaron a dejarle comentarios inapropiados u ofensivos.

Durante el stream se podía ver a Rorochan utilizando una mascarilla para cubrir parte de su rostro, con un comportamiento más agitado y nervioso de lo normal, repitiendo en varias ocasiones que tenía miedo. A diferencia de sus transmisiones habituales que tenían lugar en su habitación, o de algunas excepciones en exteriores, esta vez Rorochan se encontraba en uno de los rellanos de planta de la escalera de emergencia de su edificio. Los espectadores del chat comenzaron a retarla, incrédulos y con la falsa certeza de que no lo haría. El móvil con el que Rorochan se encontraba haciendo la transmisión cayó al suelo, posteriormente se escuchó un fuerte golpe, la transmisión siguió en completo silencio durante cinco minutos más. En esos momentos todos los espectadores estaban confundidos y en esos cinco minutos no hubo más burlas, comentarios ofensivos o bromas.

Se dice que alrededor de las 3:50 de la madrugada una mujer encontró el cuerpo de Rorochan aún con vida, llamó a la policía y estos últimos fueron los que contactaron con el servicio de emergencias. Según algunas fuentes, tres horas más tarde Rorochan fue declarada muerta. Pese a que se supone que se cubrió esta noticia en un canal de televisión japonés, no hay realmente información o investigaciones oficiales al acceso público debido a las leyes japonesas sobre este tipo de situaciones.

Para que podamos comprender algo mejor todo esto debemos tener en cuenta una serie de factores que rodean el caso. Por un lado, tenemos el hecho de que todo el contenido acerca de Rorochan es considerado en internet como «Lost Media» es decir, que la información que hay proviene mayormente de foros o archivos recuperados a lo largo del tiempo y que la mayoría de narraciones acerca de los hechos son consideradas como relatos no oficiales, por otro lado, debemos tener en cuenta que en Japón existe una ley de censura frente a casos de suicidio llamada «Jisatsu Taisaku Kihon Hō » (Ley de Prevención del Suicidio y Apoyo a los Supervivientes del Suicidio) la cual implica ciertas restricciones en la forma en que los medios de comunicación, como la televisión, informan acerca de este tema.

La idea de estas restricciones es principalmente evitar lo que se conoce como efecto Werther, algo que ya afectó a Japón en 1986 con la cobertura mediática del caso de suicidio de Yukiko Okada, una idol y actriz japonesa muy popular en el país durante los 80. El efecto Werther es un fenómeno observado en el que la cobertura mediática de un suicidio, especialmente si es muy detallada o sensacionalista, puede inspirar a otras personas vulnerables a seguir el mismo camino. Tras la muerte de Yukiko Okada hubo una ola de imitaciones entre sus fanáticos, que posteriormente se conocería como «síndrome de Yukiko».

Si bien el trágico suicidio de Yukiko Okada no está estrechamente relacionado con la «Ley de Prevención del Suicidio y Apoyo a los Supervivientes del Suicidio» de Japón, sí fue uno de los sucesos destacados que contribuyó a la reflexión social y pública sobre los temas de salud mental y su cobertura en los medios. Es por esto que el caso de Rorochan, así como muchos otros, no son cubiertos de forma mediática en Japón o tienen una cobertura muy pobre.

«Ruru-chan no Jisatsu Haishin»: La Melodía Oscura que Capturó la Tragedia de Rorochan.

El 8 de enero del 2020 se publicó el videoclip oficial de la canción «Ruru-chan no Jisatsu Haishin» (El show de suicidio en vivo de Ruru) del grupo de rock japonés Shinsei Kamattechan, que si eres fan del anime conocerás por el opening 6 de Shingeki No Kyojin: «My War».

La canción de «Ruru-chan no Jisatsu Haishin» nos presenta a Ruru, una joven con ideaciones suicidas, descrita como alguien que se siente atrapada en un ciclo de angustia emocional y mental. En este contexto, el suicidio no se percibe como un acto final, sino también como un acto de desesperada búsqueda de atención. Ruru busca que alguien, incluso un extraño, la note. Es por esto que decide hacer de su suicidio un espectáculo público en el que sus seguidores son testigos, pero no hay una red de apoyo real para ella. El suicidio de Ruru es tratado en la canción como un acto impulsado por la desesperación. Uno de los puntos más tristes y oscuros de la canción es la sensación de deshumanización de Ruru. Aunque está buscando atención, no parece haber nadie genuinamente interesado en ella, solo observadores que consumen su dolor como un espectáculo. Ruru parece estar rodeada de personas, pero al mismo tiempo, completamente sola.

La canción incluye referencias que parecen aludir a la historia de Rorochan, como la mención de saltar frente a un tren y la referencia al FBI, que podría interpretarse como una metáfora de la censura en torno a su caso.

También hay varios momentos en los que se mencionan gatos: «Bailé un vals con los gatos callejeros», «Una bruja que puede hablar con los gatos callejeros», «En el tejado, con los gatos» estas referencias son, de lejos, bastantes complicadas de entender fuera de la cultura japonesa, y si bien no estoy completamente segura de haber podido encontrar la información correcta sobre esto, parece que el término 野良猫 noraneko (gato callejero), se utiliza metafóricamente en Japón para referirse a personas que operan desde el anonimato y se aprovechan de los usuarios más vulnerables. Algo parecido, y recalco el parecido, a lo que entendemos como un trol de internet, ya que a diferencia de lo que comprendemos como un trol, en algunos casos los noraneko tienen connotaciones más oscuras. Si este significado es correcto, la mención a los ‘noraneko’ en la canción podría reflejar tanto la búsqueda de consuelo en un entorno hostil como una crítica a cómo estas figuras, aunque aparentan ser amigables, en realidad pueden contribuir a la degradación emocional de alguien vulnerable.

La canción generó opiniones divididas en internet. Para algunos, es una burla que minimiza el caso de Rorochan, mientras que otros la ven como un homenaje y una denuncia sobre la sobreexposición a las redes, un problema que afecta a los usuarios de internet en la actualidad.

Realmente es muy fácil encontrarnos ante la disyuntiva de si abordar este tipo de problemas es beneficioso, o por lo contrario una forma de vanagloriar el suicidio y los problemas mentales. La censura con respecto a la salud mental, más concretamente al suicidio o las ideas suicidas, sigue siendo tan grande a nivel global que en la mayoría de casos es complicado poder encontrar información o apoyo. Hablar de ello abiertamente, no en redes sociales, sino con cualquier persona cercana, se hace pesado y complicado, porque se trata de un tema difícil de entender desde fuera si no se tienen los conocimientos necesarios o las herramientas adecuadas.

Es cierto que actualmente hasta podemos encontrar en plataformas como Tiktok contenido que trata de concienciar sobre el suicidio y alentar a los usuarios a pedir ayuda. Sí, a día de hoy hay representación sobre este tema en anuncios, series, películas, literatura… Pero en muchas ocasiones la forma de abordarlo no es la adecuada, generando que la obra acabe por romantizar el suicidio en lugar de conseguir concienciar sobre él. Un claro ejemplo de esto es la serie «Por trece razones» que abordó el tema de una forma tan desafortunada que puede dar la impresión de que el suicidio es una forma de castigo o reivindicación, un mensaje muy peligroso para los espectadores vulnerables.

Personalmente considero muy problemático que personas que no están bien informadas, y a las que nunca se les ha cruzado seriamente la idea de abandonar la existencia como última solución a sus problemas, quieran crear cualquier tipo de contenido u obra sobre este tema. Al mismo tiempo tampoco creo que se deba censurar tan duramente todo lo relacionado con el suicidio, hasta el punto de que muchos casos ni siquiera sean conocidos.

De la misma manera que se pueden encontrar casos en la cultura pop en los que el suicidio se abordó de forma incorrecta, también hay otras obras, como es el caso del manga «The Hanging Balloons» de Junji Ito, en el que realmente si se trata con respeto y de una forma adecuada, de hecho este manga afronta el suicidio como una verdadera (y literal) pesadilla que persigue y acosa a las personas de forma incansable.

Otra obra que, si bien puede ser más controversial, creo que sí trata de una forma adecuada temas de salud mental y más concretamente la necesidad de validación en internet y la exposición al mismo, es el videojuego «Needy Girl Overdose», el cual expone la fragilidad emocional de las personas jóvenes que buscan aceptación y cómo las redes sociales pueden actuar como catalizadores de estos problemas.

A esto hay que sumarle un ínfimo detalle y es que los algoritmos de las redes sociales funcionan muy bien en la mayoría de casos, por los que exponen de una forma repetitiva a las personas vulnerables a contenido relacionado con sus propios problemas porque ¿Quién no entró a Tiktok en la madrugada buscando memes y salió con los traumas bien revueltos?

Este tipo de representaciones y sus efectos en la percepción colectiva pueden ser peligrosas cuando se muestran sin un enfoque responsable. La exposición constante a estas temáticas, especialmente cuando se presentan como una forma de escape o una solución a los problemas, puede normalizar el suicidio o incluso desensibilizar al público ante la gravedad de la salud mental. Es importante que los medios de comunicación, desde la música hasta los videojuegos y, principalmente las redes sociales, asuman una mayor responsabilidad a la hora de tratar estos temas, proporcionando una representación más honesta, empática y, sobre todo, respetuosa de las realidades que enfrentan aquellos que atraviesan estos problemas.

Dicho esto, si estás pensando abordar de cualquier forma temas de salud mental en línea, arte o cualquier otro medio, considera profundamente qué tipo de mensaje quieres dar y cómo eso puede afectar a las personas a las que llegue. Nunca sabemos por lo que alguien más puede estar pasando y, aunque quizá no seamos conscientes del todo nuestra presencia en la vida de los demás puede generar mucho más impacto del que creemos. Y en el caso de que seas tú quién esté pasando por un mal momento, si bien en internet hay información sobre salud mental, no es el mejor medio para encontrar una orientación confiable. Sin embargo, sí puede ser un medio muy útil para encontrar ayuda profesional.

Si te sientes abrumado/a o en riesgo, te animo a que busques apoyo. Hay muchos profesionales y servicios dispuestos a ayudarte. Por ejemplo, en muchos países existen líneas de prevención del suicidio. En España, puedes contactar con la Línea 024, el Teléfono de la esperanza: 717 00 37 17, o Cruz Roja: 900 107 917. También puedes acceder a la página web de la Fundación Española para la Prevención del Suicidio que ofrece recursos y orientación sobre cómo contactar con profesionales y obtener ayuda.

Si estás en otro lugar, por favor, busca recursos locales que puedan brindarte el apoyo que necesitas. Recuerda que pedir ayuda es un paso valiente y que no estás solo/a.

Si llegaste hasta el final del artículo, te agradezco enormemente por leer hasta aquí. Sé que este tema puede ser denso y que el artículo contiene muchos datos, por lo que probablemente no sea la lectura más ligera que hayas hecho hoy. Llevo meses trabajando en este contenido, buscando la mejor manera de expresarlo con respeto y claridad. No soy una profesional de la salud mental, así que espero haber logrado transmitir el mensaje de la mejor forma posible. Muchas gracias nuevamente por tu lectura.

Sharenting: consecuencias peligrosas para la seguridad y privacidad de los niños en internet

Hubo un tiempo en el que las redes sociales no existían, internet no era ni siquiera en aquel momento un concepto, todo el mundo vivía en paz y armonía pero sobre todo, en su propia intimidad. Bueno, en realidad eso es lo que me gustaría poder decir, pero no, no era así.

Es posible que en lo que concierne a la exposición constante a cerca de la vida del resto de personas, información seleccionada de forma concisa y meticulosa, si fuera todo un poco más privado pero ¿hasta que punto?, no lo sabemos del todo, pero nos podemos hacer una idea si le preguntamos a las personas de generaciones anteriores.

Y sí, en aquella época en la que internet no era ni si quiera una posibilidad, la gente también hacía ‘oversharing’, de forma diferente obviamente y con un menor alcance, ya que como mucho lo que compartías con otros si no tenías cuidado suficiente podía llegar a un par de personas extra fuera de tu círculo cercano pero ni muchísimo menos a personas de la otra punta del mundo.

Honestamente, es posible escuchar más de una anécdota de las generaciones anteriores en las que las madres, mayormente, informaban a otros familiares o vecinas incluso, de los cambios físicos o las aventuras bochornosas de sus hijos e hijas, en parte es muy posible que este comportamiento esté respaldado por la necesidad de compartir conocimientos o buscar apoyo en otras personas.

En cierto modo es algo que puede llegar a ser comprensible, no existe un manual de vida que dicte exactamente como se deben hacer ciertas cosas, de hecho algunos aprendizajes de la vida solo se pueden obtener una vez experimentas por ti mismo esa vivencia y ser padre no es una excepción.

Hay y habrá momentos en los que como padre no sepas exactamente como abordar una situación y los consejos de otra persona, quizá más experimentada, puedan servirte de guía o puedan darte una ligera idea de lo que podrías hacer. Pedir ayuda a otras personas que ya han pasado por situaciones similares a las que estés viviendo es bastante útil en la mayoría de ocasiones.

Hoy en día, con toda la información a la que podemos acceder gracias a internet es relativamente sencillo encontrar foros, artículos, vídeos, podcast… con las vivencias de otros que nos sirvan de ayuda, y en cuanto a la paternidad se refiere esto no es diferente, existen muchos recursos virtuales con el objetivo de compartir información útil y vivencias con otros padres para entre todos buscar las mejores formas de cumplir con el rol más complicado que existe, pero no es oro todo lo que reluce.

La monetización de los hijos.

Vamos a ser honestos con nosotros mismos. Hoy en día, lucrarse en redes sociales es lo más atractivo, teniendo en cuenta el encarecimiento de la vida, buscar una forma adicional de obtener ingresos es normal e internet nos da la falsa esperanza de que obtener ingresos de forma pasiva es fácil, ya sea abriendo un canal en cualquier red social, haciendo directos, subiendo vídeos… las posibilidades son muchas y la monetización está ahí, de hecho existen un montón de “expertos” que te impulsan a que abras tu propio negocio en redes, porque si no estás exponiendo tu vida, si no estás subiendo contenido a internet, estás perdiendo dinero.

En el caso de los hijos no es para nada distinto, muchos ‘influencers’ ganan auténticas barbaridades, “solo” por exponer a sus hijos en publicaciones.

Es fácil ver en redes diversos tipos de vídeos que anuncian un nuevo miembro a la familia, y por desgracia no es más que parte de esta monetización, personalmente esta es la parte que menos perjudicial considero, ya que realmente la persona o personas que se exponen durante el embarazo y todo lo relacionado, son los propios padres.

Y si bien es comprensible querer exponer nuestra intimidad cuando existe la posibilidad de generar ingresos con ello, también es recomendable investigar un poco acerca de las consecuencias que esto puede ocasionar. Sí, es cierto que un solo post patrocinado, en una cuenta con cerca de 40000 seguidores, puede generar hasta 900€ y cuentas con 1 millón de seguidores pueden ganar por cada post patrocinado la friolera de 18000€ pero en lo que a exponerse en redes se refiere, siempre hay un precio a pagar.

Actualmente hay una tendencia bastante grande en generar contenido mostrando una familia perfecta, vídeos en los que se cocina con los niños, se juega con ellos, se muestra desinteresadamente su rostro, su cuerpo, su personalidad alegre e infantil, infantil porque son niños… ¿qué tiene de malo todo eso? bueno, no voy a mencionar nada de los peligros que existen en internet y de cómo cada vez las IA son capaces de hacer más y más cosas que pueden ser usadas inapropiadamente, pero creo que te haces una idea.

Más allá de todo esto, hay muchísimo contenido en el que ya no solo hablamos de que mostrar a tu hijo en internet sea peligroso, incluso teniendo una cuenta privada, hay bastantes cuentas en redes como Tiktok o Instagram en las que las niñas, mayormente, se exponen y comportan como lo haría cualquier ‘influencer’ adulta, mostrando contenido sobre moda, maquillaje, cuidado facial… no tiene nada de malo, de hecho es natural, que los niños imiten todas las cosas que ven, por lo que si la madre tiene una rutina de cuidado facial los hijos la imiten y quieran también aplicarse productos o jueguen a hacerlo, el problema es que niñas menores de 13 años ya utilizan cremas, serums, mascarillas y muchos otros productos que están formulados principalmente para pieles maduras, con componentes antienvejecimiento o rejuvenecedores, a esas edades lo único que realmente deberían utilizar para prevenir un envejecimiento de la piel es protector solar, además no es solo que todo esto, según los expertos, sea perjudicial para su piel sino que lo hacen con la única meta de crear contenido.

Si bien es cierto que en muchas de las cuentas de menores sus padres están detrás, ya sea literalmente durante la grabación de los vídeos o como administradores de las cuentas, no significa que se trate de algo seguro y adecuado en ninguno de los casos.

Por otro lado hay otras cuentas de padres en las que sencillamente los hijos son expuestos incluso sin el consentimiento y ante la clara negativa del menor. Cuentas en las que podemos encontrarnos con datos personales sobre los niños.

El ‘sharenting’, la privacidad de los hijos como contenido.

El sharenting, un acrónimo entre share (compartir) y parenting (paternidad), no es algo nuevo, realmente lleva desde 2016 formando parte del diccionario británico, aunque obviamente cada vez es una práctica más y más común.

Las generaciones más jóvenes son con diferencia las más expuestas y públicas que existen, y es que en pocos años no se dará esa incómoda situación en la que una señora a la que no has visto en la vida se te acerque, te estire de un moflete y te diga: “yo a ti te he cambiado los pañales”, sino que muchos niños verán en pocos años vídeos y publicaciones suyas siendo “objeto de burla”, como es el caso de muchos de los niños que aparecen en memes, o los protagonistas de anécdotas ante miles de personas totalmente desconocidas y seamos honestos, ya es bastante humillante que una extraña te estire un moflete y declare haberte visto el trasero, no quiero imaginar como se sentirán esos niños en un futuro.

Es posible que el hecho de que tu hijo haya aprendido a andar o haya hecho algo gracioso te impulse a querer compartirlo en tus redes con tus amigos y familiares, lo cual hasta cierto punto no tiene porque ser negativo para el menor, pero ¿Qué pasa cuando se trata de compartir cosas más privadas?

No sería la primera vez que me he topado con madres/padres en Tiktok que andan compartiendo cosas como “que su hijo tiene piojos”, “que moja la cama” o incluso cosas que considero bastante peores como que sus hijas “ya son mujercitas” ya sabes a qué me refiero. Sí, es posible que dependiendo de la educación que reciba el menor, no le afecte demasiado el hecho de que se compartan ciertas cosas, o que incluso llegue a normalizarlo, lo cuál también me parece un problema a futuro, pero para muchos niños verse expuestos a ciertas cosas sin tener si quiera la posibilidad de consentirlo u opinar sobre ello, en un momento tan vulnerable socialmente como es la infancia o preadolescencia, puede llegar a ser muy traumático. Imagínate que el vídeo que hizo tu madre quitándote los piojos llegase a tus compañeros de clase, lo más leve que podría pasar es que te veas aislado durante un tiempo.

De nuevo recalco el hecho de que puede ser muy tentador ganar dinero “fácil” a costa de exponer un poquito de tu vida familiar, que a día de hoy las cosas están difíciles para todos y eso nos puede llevar a tomar decisiones no demasiado buenas pero ¿hasta dónde estás dispuesto a llegar por dinero?

La parte más difícil.

⚠️ Antes de que sigas leyendo quiero advertir que esta parte puede resultar muy desagradable, dura o que incluso prefieras no leerla. He pospuesto escribir este fragmento porque personalmente me afectó tener que ver vídeos, leer artículos y en general informarme para esta parte. Aunque trataré de hacerla lo más suave posible voy a mencionar temas relacionados con abuso y pornografía infantil por lo que si crees que pueda afectarte, por favor, no sigas leyendo.


Dejando a un lado el daño que producen las redes sociales en los menores, tanto con la percepción que tienen de sí mismos, con la constante comparación con la vida de otros niños de su edad, según una investigación en The New York Times, la exposición de menores en las redes sociales, sobre todo de niñas, puede acercarlas peligrosamente a un submundo gobernado por hombres adultos, de los cuales muchos admiten abiertamente sentirse sexualmente atraídos por menores.

“Los padres impulsan las cuentas. Algunas venden fotos, sesiones de chat exclusivas e incluso los leotardos usados de las niñas a seguidores masculinos que, en su mayoría, son extraños”

De acuerdo con los datos compartidos por una empresa especializada en la demografía de audiencias, en las 5000 cuentas analizadas por The New York Times se encontraron 32 millones de conexiones con seguidores masculinos. En un análisis realizado con un software de clasificación de imágenes de Google y Microsoft se obtuvieron datos que exponían como las imágenes sugerentes tenían más probabilidades de obtener ‘likes’ y comentarios, algo que se ve recompensado en redes sociales con un mayor impacto.

Muchos de estos seguidores terminan por chantajear y acosar a las menores y a sus madres con el único propósito de conseguir fotos subidas de tono. El Times también monitorizó intercambios en Telegram en los que se encontraron mensajes en los que los hombres fantaseaban con abusar de las niñas a las que seguían en Instagram, alabando además el fácil acceso a imágenes que les proporciona la red social.

Muchos de los padres y madres que se dedican a subir fotos de sus hijos a las redes, reportan los comentarios inadecuados que reciben y las cuentas que los dejan y, sin embargo, la plataforma no llega realmente a tomar medidas contra ellos, con la defensa de que es el administrador de la cuenta el responsable del contenido que sube y que cualquier persona que crea una cuenta en una red social dispone de los medios para bloquear o impedir que se dejen comentarios con según que palabras.

Hace un tiempo se creó un ‘trend’ en Tiktok que consistía en congelar miel dentro de una botella de plástico y posteriormente comerla, por si no lo sabes la miel realmente no puede congelarse, en lugar de convertirse en un polo de miel simplemente se acelera su proceso de cristalización por lo que se espesa más quedando una textura similar a una goma. No me gustaría tener que dar explicaciones de más pero estoy segura de que imaginarás que imagen genera esto.

Por si no fuera suficiente, muchas cuentas generan contenido en redes sociales de los niños comiendo determinados alimentos no aptos para menores, si eres padre/madre o tienes hermanos o sobrinos pequeños, habrás visto comer al niño y sabrás que en una mente que quiere ver más allá pueden generarse escenas realmente turbias.

Es cierto que cada persona es libre de publicar lo que quiera, pero en estos casos una persona adulta, con un cerebro completamente desarrollado y dos dedos de frente debería ser lo suficientemente consciente de que su libertad acaba cuando empieza la de su hijo y que por mucho que sean sus padres no significa que sean sus dueños y que puedan o deban hacer con ellos y con su imagen lo que quieran.

No voy a recurrir a compartir cuentas o casos, ni a difundir información sobre ellos, para precisamente evitar que puedan llegar a tener más repercusión de la que, desgraciadamente, ya tienen, pero si considero necesario que las personas sean conscientes de que para que una imagen sea considerada pornográfica, y que con ello se puedan tomar medidas legales, se debe mostrar al menor en “una conducta sexualmente explícita, incluida la exhibición lasciva de los genitales o de la zona púbica” esto significa que en la mayoría de los casos hay un cierto vacío y que por mucho que creas no estar compartiendo nada grave, que tu hija o hijo aparezca en bañador, ropa sugerente no apropiada para su edad o simplemente en pañales, abre la puerta a muchísimos peligros en los que no te verás envuelto tú mismo sino tu hijo y que además en ese caso tendrás muy difícil poder hacer algo.

Tener un mínimo de conocimiento no es un requisito indispensable para utilizar las redes sociales pero honestamente a veces creo que sí debería serlo, ya no solo por la facilidad con la que involucramos a terceros al momento de hacer publicaciones, sino por la falta de moral y empatía que tenemos en muchas ocasiones al hacerlo.

De la tristeza a la fama: la realidad oculta del ‘sadfishing’

Las personas tenemos una clara tendencia a la bondad, si cuando caminamos por la calle vemos a alguien llorando es posible que aunque no interactuemos con esa persona, lleguemos a sentirnos impotentes al empatizar con ella. Cuando vemos animales sufrir en series, películas o incluso en los propios documentales, nos sentimos mal por no poder ayudarles. Somos seres sociales y por ello nuestros instintos nos hacen generosos y amables naturalmente hacia el entorno que nos rodea.

Todo esto es algo maravilloso, una parte de nosotros mismos, una muestra de nuestra humanidad pero ¿Qué pasa si sumamos las redes sociales a esta ecuación?

Hace algunos años se creo un término en internet para denominar a ese tipo de perfiles falsos, que usualmente utilizaban fotos de chicas jóvenes y guapas para conseguir atención o hacer cosas algo peores como estafar, manipular o abusar de alguna persona en concreto, los denominados ‘catfish’.

El término ‘catfishing’, se originó en base a un mito en dónde los pescadores y comerciantes de pescado, viendo que el bacalao se quedaba un poco “mustio” durante los transportes en bidones, decidieron introducir en cada uno de esos mismos bidones un siluro, también conocidos como bagre o pez gato (catfish en inglés), así durante el trasporte los bacalaos se mantendrían activos por miedo al siluro.

En 2019, utilizando la base del término anterior, nació una nueva denominación para un determinado comportamiento en línea: el ‘sadfishing

¿Qué es el ‘Sadfishing?

El término ‘sadfishing’ hace referencia a un comportamiento que está bastante normalizado hoy en día en redes sociales, utilizar la tristeza como cebo para conseguir una mayor repercusión y, en consecuencia, ‘likes’ en internet.

No es nada nuevo y ya en los tiempos de Tumblr, aquella red social en la que la mayoría de usuarios adolescentes exponían sus problemas, se hacía uso del ‘sadfishing’ para lograr un mayor impacto y popularidad. Lo cierto es que mostrar nuestras vulnerabilidades hace que el resto de personas empaticen con nosotros, se compadezcan o incluso se vean reflejados, haciendo que muchos de forma casi sistemática tiendan a interactuar con este tipo de contenido triste.

Si tenemos en cuenta que los estudios más recientes sobre el uso de las redes sociales muestran que un 90% de los jóvenes, la llamada generación Z, hace un uso excesivo de las redes sociales hasta el punto en el que muchos de ellos se pueden denominar adictos, y que dentro de este porcentaje más de la mitad muestran signos de depresión, no es difícil pensar que el ‘sadfishing’ pueda ser una práctica perfectamente monetizable apta para influencers.

En el momento en el que un usuario comienza a utilizar sus redes sociales como una fuente de fama o ingresos, decide también cuál será la imagen más adecuada para cumplir con su objetivo, es decir que genera un ‘virtual self’, o perfil virtual, en consecuencia con la narrativa que desea mostrar en redes.

La identidad del ‘virtual self’ se configura en base a la imagen que queremos dar de nosotros mismos en línea, nuestra autopresentación, siendo una parte indispensable el categorizar y distinguir aquellos aspectos de nuestra vida que queramos compartir. Si queremos dar una imagen de ser personas extrovertidas, con poder adquisitivo, felices y exitosos será completamente necesario que nos centremos exclusivamente en compartir los aspectos de nuestra vida que ensalcen esa visión: fiestas, eventos, viajes, marcas, trabajo personal… el cuidado que debemos poner en nuestras publicaciones es exhaustivo, no podremos ser percibidos como personas con poder adquisitivo si compartimos una imagen en la que se muestra un desconchón en la pared de nuestro salón.

Este cuidado exagerado, la búsqueda constante de perfección, el desaliento si algo no es estéticamente bueno para ser publicado… hace que muchas personas prefieran no exhibir absolutamente nada en redes sociales, porque no consideran que sea lo suficientemente bueno o interesante como para que otros usuarios quieran interactuar o les importe si quiera hacerlo. La exposición constante a vidas perfectamente calculadas nos deprime y arruina nuestra experiencia “virtual”, porque no somos lo suficientemente buenos como para formar parte de ese mundo ¿Qué pasa si de pronto nos encontramos con un perfil que muestra todo lo contrario?

Si usualmente has utilizado o utilizas Tiktok, o simplemente estás al tanto en la actualidad de redes sociales y conoces sobre algunos influencers, estoy segura que habrás oído hablar de la usuaria ‘kindapatri’, no voy a acusar ni a hacer ningún tipo de afirmación sobre ella (ni publicitarla de forma gratuita) ya que realmente no conozco su caso personal más allá de lo que ella misma a expuesto o divulgado en sus redes sociales, pero utilizaré su caso como ejemplo.

El caso de Kindapatri y su repercusión en otros influencers.

Desde hace algún tiempo, no sé exactamente cuanto, Kindapatri ha estado tratando de cambiar la perspectiva que tenemos de ella en redes sociales con más de una dificultad, ya que su contenido al principio se basaba principalmente en estar deprimida.

Utilizando muy adecuadamente los recursos del lenguaje cinematográfico: el espacio, la iluminación, el tono y el color, el tiempo, el sonido y el movimiento, Kindapatri lograba crear un contenido audivisual con el que expresaba su tristeza y era capaz de “tocar” con ello la fibra de sus espectadores. Honestamente no veo nada de malo en utilizar el arte como un medio para expresar sentimientos dramáticos o negativos, de hecho es una manera perfectamente válida de poder llegar a otras personas y compartir aquellas cosas de la vida por las que todos hemos pasado o pasaremos en algún momento.

Quiero dejar claro que el caso de Kindapatri personalmente no me parece malintencionado o consciente. Mi intención al mencionarla no es en absoluto ser irrespetuosa o desmerecer su contenido y crecimiento. Como ella muchos otros usuarios en internet pretenden visibilizar y dar importancia y peso a la salud mental, algo que para nada es negativo si se hace de la forma correcta.

Sin embargo, el problema de su impacto y el de cuentas similares, es que para muchas personas esto abre un mundo de posibilidades, dónde interpretan erróneamente que mostrar tristeza en internet es sinónimo de triunfar y que por desgracia generan una enseñanza muy equivocada: “sobre exponer nuestro malestar y vulnerabilidad en internet es válido y está bien” cuando en realidad si estamos mal en lugar de acudir a nuestras redes sociales a exponer nuestros dramas deberíamos buscar ayuda en nuestro circulo cercano y personas de confianza.

La atención y el apoyo que podemos obtener de extraños en internet resulta ser muy adictivo, hasta el punto en que muchas personas en situaciones desagradables encuentran casi imposible dejar de generar contenido sobre sus problemas, con el único propósito de sentirse abrazados y alagados por otros usuarios. Esto termina convirtiéndose en un círculo vicioso del que no pueden salir, ya que cuando se encuentran tristes lo exponen en redes, obteniendo una validación vacía de extraños que en realidad no les importan, lo que les puede hace sentir peor y de nuevo necesitar generar esa exposición.

La creadora de contenido ‘Byhermoss’ afirmó hace unos meses en un directo junto a ‘Lia Sikora’ haber cambiado el tipo de contenido que hacía ya que citándola:

“El contenido triste es el que más atrae”

La parte más “triste”, valga la redundancia, es que ciertamente Byhermoss no ha descubierto nada nuevo, es bien sabido que la romantización de los problemas mentales, y sobre todo de la tristeza, es una forma fácil de obtener visitas, ya que la tristeza es un sentimiento normal pero desagradable que todos sentimos, pero nadie quiere.

Que a día de hoy haya influencers monetizando su malestar con contenido vacío, que no aporta nada útil para el espectador, sobre acudir al psicólogo, traumas, soledad, insatisfacción frente a la vida… es un gran problema para los usuarios más influenciables ya que normaliza el malestar y los problemas mentales, quitándoles peso y minimizando sus consecuencias.

Tener depresión no es algo agradable y no me gustaría sacar un beneficio de los momentos más duros por los que he pasado al sufrir de la misma, el cansancio crónico, la desgana y las pérdidas de memoria son solo una mínima parte de todas las consecuencias que tiene. Yendo a la ficción en la serie de animación ‘Bojack Horseman’ en el episodio 10 de la sexta temporada, titulado “Good Damage” podemos escuchar en boca de uno de los personajes protagonistas (Diane Nguyen) la frase:

…Si no lo hago, significa que todo el daño por el que pasé no fue un buen daño, solo daño. No he sacado nada de ello, y todos esos años, fui miserable por nada. Podría haber sido feliz todo este tiempo…

En este episodio; orientado mayormente a los artistas, que crecemos bajo la creencia de que todas las vivencias negativas de nuestra vida nos ayudan a alimentar nuestro arte, se profundiza en el sentimiento de vender nuestro trauma y de como ese mismo objetivo nos impide avanzar, focalizamos tanto nuestros esfuerzos por seguir sintiéndonos mal sobre el pasado y las experiencias traumáticas, con el único objetivo de poder seguir en sintonía con esos sentimientos negativos y crear contenido en base a ellos, que somos incapaces de olvidarlas.

No hay nada de malo en sentirse triste, de hecho poniéndonos un poco más poéticos, la tristeza es un sentimiento totalmente necesario ya que sin ella no podríamos saber que es la felicidad. Es cuando este sentimiento nos devora y comienza a dirigir nuestra vida cuando debemos ser conscientes de que algo va mal, no es bonito ser incapaz de salir de la cama, no ducharse en varios días, llorar constantemente, perder por completo el apetito… y es muy importante que en el momento en que comencemos a ver ciertos patrones en nuestro comportamiento seamos capaces de actuar y buscar ayuda o métodos que nos ayuden a salir de ahí.

El ‘sadfishing’ puede ser algo realmente tentador para muchos, llorar un poco en redes sociales y obtener a cambio la promesa de fama y riquezas suena muy bien, pero de la misma manera que Fausto vendió su alma al diablo para obtener conocimiento y placeres ilimitados, vender tu felicidad al capitalismo en pos de un futuro incierto, en una época en la que la fama dura aproximadamente tres semanas, es posiblemente la peor de las ideas.

Extra

Adicionalmente, me gustaría invitarte a ver un video ensayo (te aviso previamente que es en inglés) sobre este mismo tema que personalmente me pareció muy interesante. Te dejo el enlace por aquí.