Redes Sociales: ¿Fomentan Relaciones Verdaderas o Superficiales?

Necesitar tiempo para nosotros mismo es algo completamente comprensible y normal, no hay nada de malo en querer desconectar un poco del mundo y tomarnos tiempo para nuestros propios hobbies o simplemente darnos espacio de vez cuando, el problema está cuando esto comienza a ser nuestra rutina, cuando pasamos más tiempo en soledad dedicándonos a nosotros mismos que socializando con otras personas.

Desde los tiempos de pandemia, dónde la soledad se convirtió en norma y las pocas relaciones sociales que podíamos mantener las construíamos en base al mundo virtual, las redes sociales han tomado más fuerza en la vida de muchas personas como el medio por excelencia para relacionarse con otros, en realidad son un método fácil para mantener relaciones con poco esfuerzo y con cualquier persona del mundo indiferentemente de la distancia pero ¿es realmente tan bueno como parece? Lo cierto es que no.

Si pensamos por un momento en nuestras relaciones personales y en la forma en la que interactuamos con algunos de nuestros amigos, seguramente muchos podamos afirmar que la única comunicación que tenemos consiste en enviar y recibir cientos de vídeos cortos o memes, por una u otra plataforma, y que las palabras como tal ni siquiera tienen mucho peso en nuestras interacciones actuales. Lo cierto es que hoy día esta forma de relacionarse complica un poco la distinción entre las amistades de poco mantenimiento, de aquellas que en realidad son amistades de poco esfuerzo, y es normal si pensamos que el hecho de no poder estar cara a cara con la otra persona en el fondo deshumaniza las interacciones, permitiéndonos ser más amables o más desagradables de lo que seríamos en persona, ya que nos aleja de la vulnerabilidad del otro.

El efecto de la cultura ‘self-care’ en nuestras relaciones.

Cuidado personal no es equivalente a egocentrismo, por desgracia hay una gran cantidad de contenido en internet que equivocadamente nos insta a mostrar una conducta “egocéntrica” y “egoísta” con el propósito de priorizarnos a nosotros mismos, cuidarnos y encontrar la felicidad.

El problema bajo la cultura del cuidado personal es que en la mayoría de su propaganda nos venden la idea de que ser genuinamente amables con otros es innecesario y perjudicial para nosotros mismos, al final convierte las relaciones personales en relaciones vacías, dónde si no puedes obtener un beneficio de dicha relación ¿para que tenerla?

La mayoría de relaciones que nacen de las redes sociales se dan entre un “seguido y su seguidor” siendo casi relaciones parasociales, donde uno ve al otro como un medio para obtener algo, gratificación, autoestima, atención, entretenimiento… al tratarse de relaciones que no se forman cara a cara ambas personas pueden interactuar libremente, sin tener en cuenta a la otra persona.

De acuerdo con la filosofía de Emmanuel Lévinas no es hasta que no nos encontramos frente al rostro del otro que percibimos su humanidad y vulnerabilidad, ya que cuando estamos cara a cara reconocemos nuestra posibilidad de dañar al otro.

El rostro es, podríamos decir, una primera experiencia de la exterioridad, de la separación, y de mi responsabilidad ante el prójimo

A día de hoy el discurso más común trata de enseñarnos que no debemos depender de otros, que preocuparnos excesivamente por el resto nos convierte en ovejas incapaces de pensar por sí mismas.

Lévinas por el contrario considera que es cuando nos encontramos con otro, cuando decidimos como actuar, si dañarlo o cuidarlo; cuando encontramos la forma de expresarnos de forma personal, ya que nadie puede tomar nuestro lugar al momento de decidir como relacionarnos frente a otro.

Esta contradicción entre querer cuidarnos a nosotros mismos de forma casi obsesiva, manteniéndonos distantes y “egoístas” para protegernos, frente al deseo de crear lazos y conexiones profundas con otros, hace que nuestras relaciones personales no sean del todo satisfactorias. No hay nada de malo en ser amable con el resto de personas y mostrarse servicial, pese a que el discurso actual de que ser excesivamente amables y serviciales nos convierte en objetos a los que no dudarán en utilizar nos diga lo contrario.

Es el conjunto entre el pensamiento actual de culto a nuestro propio ser y la falta de costumbre a relacionarnos de forma genuina con otros, lo que nos impide formar conexiones reales con otras personas.

El uso de las redes sociales como método para crear amistades es positivo hasta cierto punto, sí, pero la falta de convivencia y desvirtualización del otro nos incapacita a la hora de hacernos conscientes plenamente de él. Las relaciones que nacen de una conexión virtual están basadas mayoritariamente en nuestro propio ideal acerca de la otra persona, algo que nos impide poder humanizarla y conocerla en realidad.

Finalmente, es importante ser conscientes de que incluso tras una pantalla “eso” con lo que interactuamos es una persona, con sus propios pensamientos y sentimientos. Incluso aunque no nos sea posible ver su rostro o encontrarnos cara a cara con esa persona, la única forma en la que podemos forjar conexiones reales con ella es siendo honestos y genuinos con nuestras decisiones a la hora de relacionarnos, debemos hacernos responsables del efecto de nuestras acciones en los otros, manteniendo nuestros propios límites y entendiendo también los del otro.

Redes sociales: Validación externa y alter ego virtual

Nadie puede vivir la vida por ti, tus decisiones, tus sentimientos, tu percepción y visión del mundo son únicas, incluso aunque puedan ser comprendidas por el resto, la única persona que puede entender tu mundo de la forma en la que lo haces eres tú, porque tú eres el protagonista de tu propia vida. Es normal sentir que todo lo que hacemos pueda ser juzgado por el resto de personas a nuestro alrededor, que cuando paseamos por la calle el resto de transeúntes puedan fijarse en nosotros, en nuestra forma de vestir, nuestra forma de movernos y nuestras interacciones con el entorno pero lo cierto es que en realidad, no le importas a nadie.

Cada uno de nosotros nos percibimos como el protagonista de nuestra propia vida y así como de pequeños la mayoría solíamos tener ensoñaciones con ser el héroe de la historia y demostrar nuestra valía con acciones increíbles, el resto de personas también lo hacían a su manera. Lo cierto es que aunque tratemos de percibir al resto como meros NPCs de relleno, cada una de las personas con la que nos cruzamos en la vida tiene su propia historia y su propio mundo interior, no se trata de personas vacías con frases de relleno que estén ahí para adornar nuestro paso.

Creo que casi todos podemos llegar a comprender esto y, sin embargo, muchas personas insisten en olvidarlo. Por desgracia hoy en día podemos encontrar muchos casos de personas que tratan de destacar en los momentos menos adecuados, en los que invaden las vidas de las personas de su alrededor. En parte gran culpa de esto reside en el anonimato que nos proporcionan las redes sociales, pudiendo de esta forma acceder a un falso estado de seguridad, con el que podemos hacer que todo sea acerca de nosotros.

¿Autopresentación o síndrome del personaje principal?

Hace algunos años las redes sociales eran percibidas como una pequeña ventana a nuestro mundo, en la que compartíamos fragmentos de nuestra vida con personas cercanas y sin planificación aparente, daba igual si tu publicación no era la mejor, si las fotos que compartías no tenían una buena edición o incluso si el post que acababas de publicar tan solo señalaba que te habías duchado. Lo importante era mostrar algunos aspectos sobre ti, abrir la puerta a que el resto del mundo te conociera un poco mejor y no es algo negativo querer compartir parte de tu personalidad y gustos con otros, ese es el concepto de la autopresentación.

El problema es que con el paso de los años la validación obtenida a través de las redes sociales ha aumentado considerablemente, haciendo que se conviertan en algo relativamente negativo para nuestra salud mental, ya que nos incita a competir con el resto para demostrar quién tiene la mejor vida a través de las publicaciones que compartimos. Estamos constantemente expuestos a la comparación con otras personas, lo que hace que muchos nos podamos llegar a sentir inferiores por no haber llegado a cumplir con ciertas metas o que consideremos que nuestra vida no es lo suficientemente importante para compartirla en redes.

De acuerdo con el estudio: Self-Presentation Theory: Self-Construction and Audience Pleasing, publicado por expertos en psicología social. Se pueden distinguir dos tipos de motivaciones de autopresentación: Una para complacer al público y la otra la autoconstrucción.

Estas distinciones explican un comportamiento variable dependiendo de la motivación subyacente, de esta forma si la motivación es agradar al público el comportamiento variará dependiendo de las expectativas y preferencias de dicho público, generando a veces comportamientos incoherentes o contradictorios en diferentes escenarios que no buscan siempre obtener un resultado favorable.

En conjunto la necesidad de validación externa, la motivación de agradar al público y la posibilidad de anonimato hacen que muchas personas se reinventen, creando un “alter ego” con el que poder escapar de su realidad y darse una mayor importancia.

El problema del síndrome del personaje principal

La psicóloga Phil Reed menciona que las personas que persiguen una vida de fantasía tratan de escapar de una vida de pesadilla, la creación de identidades falsas potencia posibles problemas psicológicos como la ansiedad y la depresión. Algo que hemos podido observar recientemente en algunas personalidades de internet, que parecían tener una vida de ensueño, y terminaron precipitándose a un oscuro fondo.

La posibilidad de obtener validación por medio de los likes ha llevado a muchas personas a cruzar el límite de lo socialmente correcto, violentando a extraños o destruyendo cualquier cosa, demostrando el síndrome del personaje principal, porque no importa lo que le ocurra al resto de personas con tal de obtener ese beneficio.

Pero el síndrome del personaje principal no solo reside en la necesidad de llamar la atención a toda costa por encima del resto de personas, además existe la creencia de que el punto de vista personal acerca de cualquier tema es el único válido.

Es fácil encontrar comentarios negativos en cualquier publicación de internet, opiniones acerca de la vida de otras personas, de sus gustos, de la forma en que se ven… muchas personas comentan sin si quiera pararse a pensar que es posible que no sean el público objetivo de dichas publicaciones, ¿por qué comentarías en una receta de sopa de alubias que no te gustan las alubias? aunque no te lo creas esto es algo que ha pasado y que pasa en demasiadas ocasiones.

La necesidad de hacerlo todo sobre uno mismo genera situaciones que a ojos de la mayoría son ridículas, comportamientos que podrían adecuarse más a ciertas edades en las que necesitamos una mayor atención, llevadas a internet y hechas por personas aparentemente adultas.

En la vida hay momentos para todo y para todos, es necesario que seamos conscientes de esto. En ciertas ocasiones debes hacerte a un lado para que otro pueda destacar porque simplemente no es tu momento.

Está bien necesitar una palmadita en la espalda de vez en cuando, que alguien te aplauda y engrandezca un poco tu ego, pero es importante darle espacio al resto de personas de nuestro entorno. El mundo no funciona para ti, aunque romantizar tu vida no sea algo necesariamente negativo y en algunos momentos pueda ayudarte a sobre llevar las cosas, la vida no es un escenario preparado para verte brillar, nadie te observa en las sombras, ni hay cámaras en cada esquina siguiendo tus pasos. Quizá para algunos esto pueda sonar desalentador pero estoy segura que hay personas que verán esto como una forma de aliviar su carga, reducir sus propias expectativas y creencias sobre lo que el resto espera de ellos, porque en realidad nadie espera nada de ti.

¿Cómo saber si estás con la persona correcta? Filosofía en las relaciones. «Jigsaw» el monólogo de Daniel Sloss

Rompecabezas, Live Shows (2018) por Daniel Sloss

Pese a que la premier de Live Shows fue en el año 2018 no había oído hablar de este programa hasta hace algunas semanas; y como yo debe haber muchos otros, ya que desde que vi por primera vez un fragmento del monólogo no he dejado de encontrarme en los distintos rincones de internet con vídeos, opiniones, frases o incluso debates acerca de la analogía del rompecabezas. Dejando a un lado el funcionamiento de los algoritmos en redes sociales, digamos que internet simplemente decidió que debía interesarme en este tema.

Antes de meterme de lleno a opinar, sacar mis propias conclusiones e invitarte a debatir sobre el significado de la vida te daré un poco de contexto. El monólogo de Daniel Sloss, o mejor dicho su analogía con el rompecabezas (Jigsaw), rompió en el año de su estreno 4.300 parejas y provocó 17 divorcios, llegando a ser conocido como “el monólogo que rompe parejas”.

La miga del asunto reside en una parte específica del monólogo de Daniel Sloss (lo puedes ver en Netflix bajo el título Jigsaw/Rompecabezas o Puzle) en el que rememora como a los siete años fue a su padre con una de las preguntas más generales del ser humano “¿Qué es la vida?” y si bien en la película de Forrest Gump respondían a la misma cuestión diciendo que la vida era como una caja de bombones, el padre de Sloss le afirmó que la vida era, en realidad, un puzle del que todos habíamos perdido la caja, y que por lo tanto debemos deducir la imagen que formar a lo largo del tiempo. Para eso tendríamos que comenzar montando el puzle por las esquinas: familia, amigos, trabajo y hobbies.

Sin embargo, esto provocó en Sloss una duda adicional “¿Cuál es entonces la pieza central del puzle?” para su padre era sin duda la pareja, durante el monólogo Sloss describe como se sintió tras recibir esa respuesta, en parte desesperado por encontrar una persona a la que incluir forzosamente en su puzle, incluso detalla como muchos nos obligamos a encajar en el centro una pieza que de ninguna otra manera podría caber, obligándonos a rechazar otras piezas o eliminarlas, no quiero hacer spoilers acerca de la reflexión del propio cómico, la cual me parece bastante interesante e incluso atractiva, por lo que dejaré que la descubras tú mismo si decides ver el monólogo.

Ahora bien, aunque he dudado bastante acerca de escribir sobre esto, porque seamos honestos a la gente le encanta sacar conclusiones sobre las motivaciones del resto o incluso sus sentimientos en base a lo que comparten o publican en internet, en realidad no me importa tanto que conclusiones quieran sacar sobre mi. Las personas somos mucho más complejas de lo que dejamos ver en internet, pese a que un porcentaje quiera creer que las publicaciones son una rendija al mundo interior de cada uno. Dicho esto, comencemos analizando un poco que es lo que tiene de especial el monólogo de Sloss.

Hay muchísimas analogías sobre la vida, puras especulaciones de como deberías vivir, qué debe hacerte feliz y que deberías buscar para llegar a la versión premium de tu vida. En el caso de la analogía de Sloss, la analogía del puzle es en realidad una analogía que se ha utilizado millones de veces, la propia frase “encajar en la vida” hace referencia a esta analogía. La diferencia entre la analogía de Sloss y la analogía básica del puzle de la vida es en realidad que Sloss se centra en el conflicto entre la soledad y la elección de una pareja, con frases muy duras como: “alguna vez te has encontrado pensando que si tu pareja se desinstalara la vida todo sería más fácil” y esto lo hace como una forma de crítica a una sociedad en la que, sin importar que, una de las metas de tu vida debe ser formar una familia.

Es en este punto en el que Sloss advierte que muchas personas consideran haber encontrado su alma gemela, su media naranja, porque deciden obviar por todos los medios que se están obligando a querer a esa persona y a hacerla “encajar” en su vida pese a ser totalmente incompatibles. Seamos honestos, quién no ha escuchado o dicho alguna vez eso de: “cuando decidí estar solo/a fue cuando conocí a X” porque en mi caso he hecho ambas y sí, creer en algo está muy bien, pero no deja de ser una creencia, algo en lo que simplemente hemos depositado nuestra fé y que con el paso del tiempo puede no llegar a cumplir nuestras expectativas y acabamos por llevarnos, lo que vulgarmente conocemos como “un golpe de realidad”.

Pero pongámonos un poco más filosóficos, hace un mes desde que publico esta entrada, que una de las parejas más idealizadas de todo Twitch España se ha separado y como he mencionado antes: “las personas somos mucho más complejas de lo que dejamos ver en internet” así que no estaría de más pensar que habrá un millón de razones que no conocemos públicamente y que por ese mismo motivo no estaría mal dejar de opinar a ciegas. Aunque, por supuesto, no estaría diciendo esto si no fuera porque dando una vuelta rápida por internet podemos encontrar opiniones de todo tipo, defendiendo a una u otra parte, explicando porque sí o porque no han tomado esta decisión, cuando la cuestión es muy sencilla ¿realmente tener una pareja es la pieza central de tu puzle indiferentemente de quién sea esa persona? tómate los minutos que necesites para responder la pregunta.

El problema del monólogo de Sloss, una interpretación errónea hacia el individualismo.

Si nos paramos a pensar un poco en la sociedad actual nos daremos cuenta de que hay dos corrientes de pensamiento totalmente contrarias con respecto a las relaciones a las que llamaremos: los individualistas y los conformistas.

Por un lado los conformistas serían personas que defienden la idea de la pareja como algo platónico, algo que se debe “forzar” por lo que debes luchar, que no existen incompatibilidades, sino discusiones evitadas, que todo en la pareja puede superarse por duro que sea, que en el conocimiento mutuo está la clave del éxito para el amor y un largo etc., que en resumidas cuentas defiende a capa y espada que pese a que uno de los dos le eche 800 horas al último DLC de Elden Ring y el otro a duras penas sepa lo que es un videojuego, ambos podrán ser felices y encontrar una medida para estar juntos si es que se quieren, porque obviamente en este tipo de pensamiento por amor tragarás lo que sea porque si no…

Por otro lado tenemos el pensamiento individualista, un pensamiento que se ha popularizado bastante en los últimos años, aunque eso es un tema que dejaré para otro momento. Los individualistas serían las personas que practican la “nueva moda” del ‘self-care’ y que la anteponen a cualquier otra cosa, no pierden su tiempo en planes que no quieran hacer, porque prefieren dedicarse el poco tiempo libre que hoy en día tenemos en cuidarse a si mismos, tardes de lectura, talleres de cerámica, paseos escuchando música… el culto a su propio ser es excelso porque comparten la creencia de que el enriquecimiento interior es lo único que importa en el mundo, un mundo que por cierto nos invita cada vez con mayor frecuencia a esta visión egocentrista de la realidad, si no has explorado tu mundo interior y no dedicas el tiempo suficiente a tu autoconocimiento no tienes nada que hacer para relacionarte con una persona individualista, porque no serás lo suficientemente interesante como para poder compartir tiempo con ella y por lo tanto no tratará de hacerlo.

Teniendo en cuenta estos dos sesgos cognitivos, es fácil dejarse tocar por ciertas partes de la analogía de Sloss. Si eres una persona conformista pensarás que Sloss presenta una idea totalmente egoísta del amor, defenderás que tu pareja, la cual apareció mágicamente un día en la frutería de tu barrio, es tu pieza central y que por supuesto por amor debes retirar aquellas piezas de tu puzle que no encajen, porque tan fuerte es vuestro vínculo que no te importa pasar menos tiempo jugando a tu videojuego favorito con tal de pasar un par de horas viendo una película juntos, aunque sea la peor película que hayas visto en tu vida.

Si por otro lado eres más bien individualista, entonces compartirás su visión. Porque en absoluto te tomarías la molestia de elegir a una persona, de entre las últimas cinco que te parecieron interesantes, que de pronto te exigiera cambiar tus hobbies para pasar más tiempo juntos, porque en tu propia visión de las relaciones, una pareja no es más que el conjunto de dos personas individuales que están juntas por decisión y que tienen la libertad de seguir enfocándose en ellos mismos, así tengan que separarse en un futuro porque cada uno prefiera vivir en una punta del país.

Pero ¿y si te digo que ambos puntos están totalmente equivocados? ni Daniel Sloss ni yo podemos en realidad decirte como debes vivir tu vida, que debe hacerte feliz y si debes o no dejar a tu pareja, pero creo que ambos pretendemos lo mismo, que pienses por ti mismo. En su analogía Sloss no nos presenta una fórmula mágica para descubrir la felicidad, ni si estamos o no con la pareja adecuada. Nos da su punto de vista sobre el impacto negativo de la sociedad romántica en nuestras generaciones, esa sociedad en la que el amor triunfa sobre todo, imponiéndose ante cualquier otra meta de la vida.

Sin embargo, muchas personas han interpretado el monólogo como un discurso sobre la importancia de anteponer sus propias metas a cualquier otra cosa, es cierto que podemos fácilmente distinguir en otras parejas aquellas a las que lo único que les une es el miedo a la soledad, pero es necesario ser conscientes de cuales son nuestras propias motivaciones, no solo en los términos de pareja, por qué buscar éxito laboral, grandes sumas de dinero, conocimiento, fama… solo nosotros mismos podemos ser totalmente conscientes de las motivaciones que nos impulsan hacia unas cosas u otras. Indiferentemente de cuál sea nuestro posicionamiento ante las relaciones, tenemos que ser capaces de discernir qué consideramos realmente un pensamiento propio y qué pensamientos están siendo sesgados ¿es realmente tan importante para ti la imagen que puedas dar? ¿por qué? una vez que seamos capaces de responder a esas cuestiones sobre nosotros mismos podremos entonces ser capaces de interpretar de forma correcta cualquier tipo de discurso. Hay miles de analogías sobre la vida y sus múltiples desgloses, pero todas y cada una de ellas han sido formadas por una persona o un grupo concreto, no necesariamente porque algo te suene bien significa que debas tomarlo como propio, las opiniones, vivencias y circunstancias de cada uno son lo que al final forman nuestro propio pensamiento y el pensamiento ajeno siempre debe ser visto como lo que es, un pensamiento ajeno.

En conclusión, indiferentemente de cuál haya sido tu experiencia leyendo esto o viendo el monólogo de Sloss, lo que realmente importa para ti es tu propia opinión y tu propia conclusión acerca de algo que dos extraños han compartido, escuchar puntos de vista distintos son aprendizajes muy valiosos para poder abrir un poco nuestra vista más allá de nuestras propias creencias.